Rodas En el año 1308, al mando del Gran Maestre Foulques de Villaret, los Caballeros conquistaron la isla de Rodas, en la cual permanecieron por 214 años y donde se constituyeron en el único baluarte en contra del Islam. En Rodas los Caballeros eran soberanos y acuñaban moneda. Cuando los Caballeros Templarios fueron disueltos por disposición del Papa Clemente V, con la bula "Vox in excelso" del 23 de Marzo del 1312, los Caballeros recibieron el ingente patrimonio y las vastas propiedades del Temple. De este modo, de hecho y de derecho, el Orden se convirtió en soberano. Esta soberanidad, universalmente reconocida, permanece inviolable, aun incluso despues de la pérdida de Rodas y de Malta. La isla, circundada de unas imponentes fortificaciones, antiguas obras maestras de la ingenieria militar de la epoca, se llenó de iglesias, escuelas, comercios y palacios. Su acogedor hospital, joya del arte gótico, se hizo famoso en toda Europa. El Gran Maestre Villeneuve reorganizó el Orden y reagrupó los hombres que hablaban ocho lenguas diferentes. Los Caballeros vivian y comian juntos en sus man-siones, llamadas modestamente Auberges (Alberges). En el año 1344 los galeones del Orden, apoyados por la “Liga Cristiana”, conquistaron Esmirna, donde permanecieron hasta el año 1402, cuando fueron abatidos por una orda de mongoles. En el año 1440, dieciocho grandes galeras turcas atacaron, sin exito, el bien fortificado puerto de Rodas; cuatro años más tarde lo intentaron de nuevo, sin ningún resultado, gracias al valor de los 18.000 defensores de la Isla, guiados por los Caballeros del Orden. Caida Constantinopla, en el año 1453, los Turcos invadieron Europa, amenazando con destruir no solamente la cristiandad, sinó todo lo que la cristiandad significaba en terminos de civilización. De aquel momento en adelante, más y más, las acciones del Orden, fueron prontas y decisivas en la contención de la expansiva onda del Islam, que abatiendose sobre Europa, amenazaba con la destrucción de siglos de historia y con hacer desaparecer aquel patrimonio ideológico que el cristianismo habia ensalzado a valores universales. Durante el año 1480, el Gran Maestre Pedro de Aubusson tuvo que hacer frente a 100.000 infieles, embarcados sobre 150 navios. La batalla fue terrible; fueron miles los hombres muertos y heridos en ambos bandos, entre ellos el yerno del Sultan Maomet II. Los Caballeros consiguieron vencer al enemigo, que preso del pánico se refugió en su campamento en retirada. Pedro de Aubusson fue nominado Cardenal. El nuevo Gran Maestre fué Felipe de Villiers. Entretanto la cristiandad era dividida por la herejia de Lutero y el cisma de Enrique VIII. El 24 de Junio de 1522, la flota del Sultán de Constantinopla, Solimán el Magnifico, comandada por Mustafá Pashá, amenazó las costas de Rodas con 700 navios y 200.000 hombres. Frente a ellos, bajo el mando de los Caballeros, solamente se alineaban 5.000 soldados entrenados y unos pocos miles de isleños. El asedio comenzó el 26 de Julio. La batalla fue estremamente violenta, y el Sultán, temiendo ser derrotado, ordenó la retirada. De los 650 Caballeros de la cruz blanca octogonal, solamente cuatro resultaron ilesos. Pero una traición hizo vana su victoria: El Canciller del Orden, el portugues Amaral, que odiaba a muerte a Villiers por haber sido preferido a él como Gran Maestre, informó al Sultan sobre los puntos debiles de la defensa. El asedio comenzó de nuevo y los Caballeros continuaron a resistir con éxito. El traidor fue desenmascarado, obligado a confesar su traición, degradado y condenado a la ignominia. Después de seis meses, el Gran Maestre, que no podia ya esperar a obtener una victoria, dictó sus condiciones a Solimán, el cual, admirando el valor de los Caballeros, el 24 de Diciembre de 1522, aceptó la capitulación y les concedió el honor de las armas: Las Iglesias no serian profanadas, aquellos isleños que lo deseasen podrian partir libremente, y a los Caballeros se les permitiria llevar con ellos sus archivos y sus tesoros. Se embarcaron los 160 supervivientes de aquellos 650 Caballeros que se encon-traban en Rodas al principio del asedio y 5.000 isleños, nativos de Rodas. A las cinco de la mañana del 2 de Enero de 1523, los supervivientes zarparon del puerto de Rodas. El convoy se componia de tres galeras, la Santa Maria, la Santa Catalina y la San Juan, seguidas del Galeon San Buenaventura, de once naves grandes y de catorce pequeñas. El Gran Maestre fue el último en embarcar. La pérdida de Rodas, una vez más, venia a extender una sombra de duda sobre la propia existencia del Orden por falta de una Sede fija. Con Rodas, cayeron todas las esperanzas de la cristiandád, y la Media Luna ondeó sobre todo el mediterraneo. Fueron momentos de tragedia, pero el Orden no arrió su bandera. El 30 de Abril de 1523, la triste escuadra llegó a Mesina. Civitavecchia, Viterbo, Niza y Villafranca fueron Sedes provisorias del Orden.
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